El 8 de septiembre celebramos y anunciamos con alegría y gozo al mundo entero el nacimiento de la Santísima Virgen María. Además, es el día en que, como miembros de la Congregación del Verbo Divino, entonamos junto con la Virgen un canto de gratitud y alabanza a Dios Uno y Trino, bajo el lema “Testigos de la luz desde todo el mundo para todas las personas “

En un templo en Roma, debajo de la estatua de la Virgen María, hay un letrero que dice: Ego quasi rosa plantata super rivos aquarum, que, más o menos significa: Soy como una rosa que crece abundantemente a la orilla de un río. Es por este motivo que esa flor suele asociarse a la Virgen, quien, en su calidad de Madre nuestra posee las siguientes características:

Primero, Pureza y Serenidad: La Madre María en la tradición católica es venerada como la madre de Jesucristo y una figura muy santa. Las rosas, con su belleza y aroma distintivo, se utilizan a menudo para reflejar las características de pureza y serenidad de la Virgen María. Además, la felicidad y la paz que irradian, representan el carácter tranquilo y amoroso que ella posee.

Sabemos que las rosas son hermosas, y se cree que su belleza expresa nuestro amor por alguien. Con María, en este día de su nacimiento, aprendamos a regalar las mejores y más bonitas cosas a personas que queremos o respetamos, alguien que consideramos especial. ¿Quiénes son especiales para ti y para nosotros como misioneros?  

Las rosas nos enseñan a utilizar toda la belleza de Dios en forma de talentos, habilidades y fortalezas que tenemos, para el bien de las personas que nos rodean, para que puedan disfrutar de la belleza de nuestras rosas y alabar al Creador. Somos rosas vivas de Dios.

Ofrezcamos nuestras rosas a la Virgen María para que ella pueda reunir todos los acontecimientos de nuestra vida en un hermoso ramo para Dios, un ramo de rosas de alegría, tristeza, abnegación y la cruz de nuestras vidas. Con María queremos presentar nuestra rosa como testigos de la luz de Cristo para todas las personas.

Segundo, símbolo de Amor y Protección: la Madre María es considera protectora de la humanidad en la tradición católica. La rosa, con sus pétalos que protegen la flor interior, a menudo se considera un símbolo de protección y afecto. Esto refleja el papel de Nuestra Señora en la guarda y protección de la humanidad.

Un misionero verbita brilla por su capacidad para liderar, su habilidad para resolver problemas, su talento, o simplemente por su bondad y calidez humana. En cualquier caso, lo que distingue a una persona que brilla es la forma en que hace una diferencia en el mundo y en la vida de aquellos que la rodean.  Un misionero que brilla, es alguien admirado y respetado por su capacidad de sobresalir en lo que hace. Pero, también puede ser alguien   que se preocupa por los demás y que pone sus habilidades y su talento al servicio de ellos. En ambos casos, un misionero que brilla es quien tiene un impacto real y significativo en el mundo para guardar y proteger la dignidad de toda la humanidad.

Tercero, símbolo de preocupación por la paz mundial Las rosas blancas en particular, suelen considerarse un símbolo universal de paz. De acuerdo a la fe católica, cuando se usan en el contexto de la Virgen María, se pueden asociar con el papel de ella como mensajera de paz y mayor esperanza de lograr esta armonía a nivel mundial. Un misionero(a) verbita de luz, es aquel que refleja amor, armonía y energía positiva en su día a día. Son seres espirituales, tolerantes, compasivos e íntegros, y se dedican a promover la paz y el bienestar a su alrededor. Siempre hay algo especial en la presencia de una persona de luz.

Grandioso es aquel que para brillar no necesita apagar la luz de los demás.  La búsqueda de la Grandeza exige una mente y un corazón abiertos, una disposición a aceptar a los demás tal como son y una ética que permita a todas las personas colaborar en la realización de un fin común. Sólo así, cada uno de nosotros será capaz de brillar con luz propia.

En un mundo cada vez más competitivo y centrado en el individualismo, debemos aprender de los religiosos y laicos, porque se destacan por entrega, servicio y la   capacidad de iluminar la vida de los demás. Son las personas que brillan haciendo brillar a los demás las que realmente dejan una huella eterna; su influencia positiva y desinteresada es un faro de esperanza en un mundo oscurecido por el egoísmo y la competencia desenfrenada.

Todos tenemos el don de ser una fuente de luz en la vida de quienes están en nuestro entorno. Sólo en Dios encontramos la luz de la vida, y con la ayuda de la Virgen María, cada uno de nosotros, con el servicio y la entrega, el coraje y la coherencia, la sencillez, y la humildad, y siempre con la gracia de Dios, alcanzaremos a ser una lámpara que brilla y ayuda a los demás a descubrir el camino para encontrarse con Jesús. Que María, espejo de la santidad, nos inspire y nos guie a ser misioneros fieles y creativos, para reflejar a Jesús, la luz en el mundo.

Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos”.