LA ZONA PANAM

Descripcion Zona PANAM

“…despojarse del hombre viejo… para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo…” (Ef 4:22-23) El continente americano, más que una renovación, anhela una nueva creación, ser recreado desde sus raíces, desde su identidad propia, y de ese modo recuperar la valentía de proyectarse al mundo desde el mismo espíritu de Jesús, el Verbo hecho carne.
  1. Contexto
  2. El Amor de Cristo nos urge – La SVD en América
  3. Enraizados en su Palabra – Vida ad intra
  4. Comprometidos en Su misión – Vida ad extra
 
  1. Contexto

Como Zona PANAM nos conformamos por trece provincias y 3 regiones, y estamos presen- tes en 17 países del continente. Nuestro servicio misionero se inició en América en 1889, alcanzando una importante expansión continental en pocas décadas. En los albores aún de este siglo XXI, las Américas se presentan con un colorido muy diferente y propio respecto al que reflejaban décadas anteriores. Un fenómeno particular, y tan antiguo como la historia humana misma, ha cambiado su rostro: los movimientos migratorios. El continente es hoy hogar de diferentes etnias, razas y culturas provenientes de todas partes del mundo (ya no solamente de Europa y África). Hacia fuera, es numerosa la población que se ha visto forzada a migrar a otros continentes y que hoy regresan a sus tierras cambiadas. También hacia adentro, el territorio continental es una compleja red de desplazamientos y migraciones. Esta situación singular es motivo de una creciente riqueza multicultural que se manifiesta como una gran fuerza transformadora; a la vez, que es una constante vertiente de desafíos de toda índole. De manera particular nuestras grandes urbes se ven hoy ante un mapeo humano muy complejo y, en varios aspectos, casi fuera de control. Al mismo tiempo que esta gran marea humana es causada por desigualdades socioeconómicas, los cambios producidos por estas migraciones son más acelerados que los programas de los gobiernos y sociedades actuales. Una característica particular de nuestra época es la generalizada carencia de referentes social. El continente americano ha nacido y crecido como un territorio de oleadas migratorias. Pero en estas últimas décadas asistimos a un desplazamiento multidireccional de grupos humanos mucho mayor y con consecuencias aún incalculables, políticos y religiosos. Muchos han atraído la adhesión de masas populares, pero más desde un perfil demagógico y populista, cuyo liderazgo derivó en la ambición de la concentración máxima de poder. Nos interpela además la degradación de las instituciones sociales, agangrenadas de corrupción, que acrecientan el descreimiento y la sensación de impotencia. Nos cuestiona el alto grado de agresividad y violencia a todo nivel, en las familias, las instituciones y en las sociedades. El flagelo de la droga sigue azotando a las nuevas generaciones y las corrompe en su misma estructura humana. Otra característica que nos preocupa es la constatación de que las nuevas generaciones se muestran distantes, y hasta indiferentes, de nuestras estructuras y prácticas eclesiales. Con toda esta transformación, América sigue siendo el continente con el mayor porcentaje de cristianos; una verdadera bendición y un enorme compromiso. Aquí nos situamos nosotros, Misioneros del Verbo Divino.  
  1. El amor de Cristo nos urge – La SVD en América

El amor de Cristo nos convoca y envía como familia religiosa misionera intercultural a ser testimonio del Reino. Desde nuestra propia conformación comunitaria, que nos desafía a vivir como ‘muchos rostros, un solo corazón’, irradiamos el amor de Cristo en nuestro cometido misionero de favorecer comunidades cristianas interculturales. Somos beneficiarios de las mismas riquezas de la multiculturalidad que experimentan nuestras sociedades hoy, como así también, somos protagonistas de los mismos desafíos que conlleva la vida intercultural.  
  1. Enraizados en su Palabra – Vida ad intra

En clave intercultural, nuestra espiritualidad SVD se enriquece constantemente por las teologías y expresiones religiosas locales, asumiendo rasgos, elementos, símbolos propios de nuestros pueblos. Aquí es fundamental la relevancia de la animación bíblica de la pastoral en nuestras PRM (Provincias/Regiones/ Misiones), que enfatiza la Palabra de Dios como ejercicio constante de discernimiento, de manera que nuestros criterios pasen siempre por el crisol del Evangelio. Un camino de conversión es dejarnos interpelar constantemente por la Palabra para no asfixiarnos en nuestras estructuras y prácticas. En clave intercultural, nuestras comunidades religiosas son multiculturales, y en ellas estamos llamados a crecer en la fraternidad inter- cultural, sacramento del Reino. Es digno subrayar la diversidad de espacios y programas que favorecen esta atmósfera intercultural en nuestras provincias, y el modo cómo nos es- forzamos por ser creadores de humanidad en nuestros vínculos fraternos. Un camino de re- novación es crecer más desde la aceptación y valoración del otro, que es distinto, y por eso mismo, es un regalo y una riqueza. En clave intercultural, el liderazgo hoy tiende a ser más corporativo y transformador. Los líderes son quienes se sienten animados para animar a otros en el espíritu misionero. Son esenciales al liderazgo intercultural la capacidad de diálogo y el trabajo de equipo. También nosotros necesitamos favorecer ese estilo de liderazgo formando a los futuros líderes. Un camino de conversión es crecer en disponibilidad y apertura misionera para ofrecer los cohermanos más idóneos en los distintos niveles de liderazgo. En clave intercultural, el manejo responsable de nuestros recursos nos encamina al autofinanciamiento y a una mayor solidaridad con las misiones verbitas más carenciadas. Es no- table el esfuerzo que nuestras PRM realizan para llegar a ser autosustentables; y más se podría lograr aún con mayor simplicidad de vida. A veces es más productivo gastar menos que generar más. Un camino de renovación es crecer en la renuncia a costos superfluos y a pensar más como Congregación nuestro manejo personal de recursos. En clave intercultural, la formación fue y sigue siendo ‘misionera’. Hemos alcanzado un mayor nivel de conocimiento mutuo e intercambio entre las provincias y regiones respecto de los diversos programas y estrategias formativas, especialmente en el área de la promoción vocacional y la orientación a los neomisioneros. La misión de Dios es siempre aquello que nos une en la diversidad. Un camino de conversión es reorientar toda nuestra vida y nuestros programas formativos hacia la misión, con espíritu de disponibilidad y entrega, evitando las interminables demandas egoístas.  
  1. Comprometidos en Su misión – Vida ad extra

En clave intercultural, favorecemos la ‘cultura de la vida’. Todas nuestras PRM han escogido entre sus prioridades a las Familias y los Jóvenes. Reconocemos la importancia de reconstruir nuestra sociedad desde nuestros hogares y des- de las nuevas generaciones. La misma pastoral y promoción vocacional en la zona se orienta a recrear una atmósfera que defienda y proteja la vida y que despierte vocaciones para la Iglesia. Un camino de renovación es revestirnos de un estilo de vida más evangélica, que atraiga a los jóvenes a sumarse en la misión. En clave intercultural, favorecemos la ‘cultura de la justicia’. Respondiendo a uno de los desafíos mencionados, hemos dado pasos de cercanía hacia los migrantes, excluidos y explotados, rostros sufrientes de Cristo hoy. También impulsamos programas que desean ‘hacer justicia’ al medio ambiente. VIVAT Internacional es una plataforma idónea para elevar el grado de concientización sobre problemáticas socio-económicas concretas que afectan transversalmente a nuestras sociedades: pobreza, violencia de género, programas económicos fundados en la explotación y la marginalidad. Un camino de conversión es mayor cercanía y compromiso con los marginados de hoy. En clave intercultural, favorecemos la ‘cultura de la corresponsabilidad’. Nuestras instituciones educativas se esfuerzan, desde el carisma del Verbo Divino, por acompañar el crecimiento de las nuevas generaciones hacia una formación humana integral. Deseamos también acrecentar la contribución de nuestros centros de estudio e investigación (Anthropos BRN, CTU – Centro de Estudios Teológicos de Chicago, compartido con otras congregaciones –), a través de nuestros cohermanos académicamente preparados en disciplinas particulares (como misionología, antropología, Sagradas Escrituras), para alcanzar un nivel más profundo de análisis y compromiso con la realidad. Un camino de renovación es volver a focalizarnos todos en la misión por el Reino. En clave intercultural, favorecemos la ‘cultura del diálogo’. Nuestros pueblos en las tres Américas tienen memoria histórica y necesitan sanar heridas del pasado. Las recientes décadas siguen acentuando huellas de expropiación, de maltrato, de marginación, de racismo, de xenofobia, de ideologías políticas. Todo este panorama nos compromete a ser puentes de reconciliación, resaltando la supremacía de la dignidad humana y la identidad cultural de cada persona por encima de cualquier interés político y económico. Un camino de conversión es el esfuerzo por ser signos de comunión y misericordia (con los Mapuches en CHI, con los Afroamericanos en COL, Escuelas Bilingües en ARE, grupos étnicos del sur de MEX). En clave intercultural, favorecemos la ‘cultura del encuentro’. Reconocemos a nuestros pueblos originarios de América y su legado cultural que nos enriquece e interpela. Sin embargo, nuestro acercamiento pastoral a las comunidades autóctonas sigue siendo algo tímido, inestable y desarticulado. Las opciones a favor de la pastoral indígena son aisladas y requieren de mayor convicción por parte de las PRMs, por ejemplo, a la hora de identificar y preparar personal dedicado a esa área. En varias de estas expresiones de nuestra única misión, caminamos junto a nuestras hermanas Siervas del Espíritu Santo, con la convicción de que nuestro servicio misionero no sería el mismo sin la complementaria presencia de ellas. De igual manera, reconocemos y valoramos la colaboración de los laicos que, con mucha dedicación evangélica y adhesión a nuestro carisma ver- bita, llevan adelante comunidades, grupos, proyectos, espacios misioneros varios, servicios de caridad y apostolados varios. Existen grupos de laicos asociados, entre ellos, como el MAVD de MEX, los laicos asociados de California, USW, de CHI, entre otros. Un camino de conversión es desapegarnos más de nuestro clericalismo y relacionarnos con nuestras hermanas y nuestros laicos desde la plataforma que nos une a ellos como hijos e hijas de Dios: el bautismo.