Ecuador continúa siendo tierra fecunda para la misión, y recientemente se han desarrollado
importantes actividades que reafirman el compromiso misionero y la vitalidad del carisma
del Verbo Divino en este país andino.

En primer lugar, se llevó a cabo un significativo curso de misionología en la ciudad de Quito,
abierto a toda la provincia. Participaron laicos comprometidos, neo misioneros y religiosas de distintas congregaciones, sumando cerca de 40 personas. El curso fue animado por Monseñor Moacir Goulart, obispo del Vicariato de Sucumbíos, quien compartió con cercanía y sabiduría su experiencia pastoral en una región marcada por la interculturalidad y los desafíos sociales. Los asistentes valoraron profundamente esta formación, que despertó un renovado entusiasmo por la misión y el servicio eclesial.

En la región costera, se llevó a cabo otro evento importante: la formación de los laicos del distrito Litoral, realizada en la Parroquia del Verbo Divino, ubicada en Monte Sinaí, en la ciudad de Guayaquil. Fue una jornada de encuentro, reflexión y crecimiento comunitario, en la que los laicos compartieron su compromiso evangelizador en contextos marcados por la pobreza y la esperanza.

A estos momentos formativos se sumaron dos celebraciones muy especiales en el marco de los 150 años de la fundación de la Congregación del Verbo Divino, que reflejan la historia viva y fecunda de la misión en Ecuador. Una de ellas tuvo lugar en la Parroquia Nuestra Señora de Pichincha, en el barrio Las Casas de Quito, donde la comunidad celebró con alegría el legado misionero y renovó su compromiso con la evangelización al estilo verbita.

Otra celebración significativa se vivió en la Parroquia Diocesana de Rocafuerte, lugar histórico donde se dio inicio a la misión verbita en Ecuador con la llegada de los primeros dos misioneros alemanes, Enrique Pierlo y Enrique Neuenhofen, quienes sirvieron en el país entre 1893 y 1898. Este evento fue un acto de memoria agradecida y de profunda conexión con las raíces misioneras de la Congregación en tierra ecuatoriana. Estas experiencias, tanto formativas como celebrativas, confirman que la misión sigue viva, sostenida por el testimonio de los pioneros y por la entrega cotidiana de quienes hoy continúan sembrando la Palabra con fidelidad y esperanza.